martes, 7 de octubre de 2008

Azulejos

Una calle empedrada. Las veredas rotas, vacías de gente. Es de noche. Una pareja se besa en la penumbra. Una luz amarillenta que sale de un farol viejo apenas puede alcanzar alguna parte de sus rostros, alguna mano, alguna pierna. Por momentos. Parecen quietos pero de pronto un movimiento brusco de los cuerpos apelmazados hace que la luz los ilumine un poco más, y me permite ver que no están quietos. Observo. Sin respirar. Por momentos. Quietos. El movimiento brusco es más brusco que todos los anteriores. Quedan completamente desprotegidos de la anterior oscuridad, los rayos amarillentos caen completamente sobre ellos, sin dejar un solo rincón vacio. Los miro. A ellos parece no importarles. Están tan juntos que me es difícil distinguir los pedazos de cuerpo. Las respiraciones agitadas. Por momentos entrecortadas. A lo mejor no saben que estoy ahí. Soy la única que los observa. Somos solo nosotros tres. Se miran. Se miran. Se miran. Se miran. Yo miro y ellos se miran. Pausa. Expectantes, los tres. De repente, último movimiento brusco. Un beso. Sus labios, apretados y húmedos. Intentan fundirse los unos con los otros, sin éxito. Solo logran mezclarse. Por momentos. Sus lenguas se unen furiosamente, como buscando ocupar el mismo lugar al mismo tiempo el mismo lugar al mismo tiempo el mismo tiempo al mismo lugar el tiempo mismo al lugar tiempo el mismo lugar al lugar mismo. Todo se vuelve naranja, rojo. Se mezclan los sabores, los olores, los cabellos, los sudores, los colores.Y yo. Los miro. Y tengo la boca llena de azulejos rotos.

4 comentarios:

Rocío dijo...

estás loquitaaaaa!!

te quiero muchoooo queridaaa
muchooo

Ana Wagner dijo...

me llenas de amor Mai
sos una persona re especial

paulaherrera dijo...

escupí la manzana Mai!!
ahora tambien escupí los azulejos!!
loviu

Ana Wagner dijo...

cómo que soy igual????